La estética del lujo. Luis Molina-Pantin, las escenografías del poder Sonia Casanova

La escenografía y el sujeto

Sonia Casanova

La mirada curiosa de Luis Molina- Pantin se posa sobre las construcciones vacías y los objetos aislados para que cuenten sobre la cultura que los creó, como un antropólogo del futuro cuya percepción no está condicionada y desea averiguar el sentido de los ambientes y objetos. En su obra reciente aparecen avionetas y hangares, una estación de esquí, tiendas de marcas internacionales, los cruceros y las formas híbridas de la arquitectura colombiana, de donde se desprende una reflexión sobre la estética contemporánea del lujo. Estos lugares son expresiones de poder, son lo que se hace o se tiene para demostrarlo y disfrutar de sus beneficios.

El artista venezolano ha trabajado el concepto que tiene el hombre sobre sí mismo a través de sus construcciones desde sus primeras obras. Utiliza la fotografía para elaborar series conceptuales alrededor de una idea, de una observación, de la reflexión sobre aspectos de la realidad que están cargados de significado. Luego de realizar estudios en el Instituto de Arte de San Francisco y destacarse en el Salón Pirelli de 1995, Luis Molina-Pantin (Ginebra, 1969) deviene ampliamente reconocido por la serie sobre estudios de televisión Inmobilia, 1997. Los estudios fueron creados para representar de manera verosímil los modos de vida de diferentes clases sociales latinoamericanas en las telenovelas, y el artista los presenta sin actores y con límites claros, más allá de los cuales se ven las lámparas y los soportes. El salón de la clase alta es amplio y en colores cálidos, el de la baja reúne la cama, la nevera y el televisor en un mismo espacio, bajo tonalidades de azul y gris. Están también la cárcel, el hospital, el pasillo y demás ambientes de una vida de novela. Inmobilia ha sido expuesta alrededor del mundo, en museos y bienales, evidenciando estereotipos espaciales latinoamericanos que se refuerzan por la popularidad de las telenovelas. La estética de la compañía Lufthansa fue el tema de una gran exposición individual de Luis Molina-Pantin en el Museo Alejandro Otero de Caracas. Confort, 1996-2000, era una instalación global que incluía, además de fotos y maquetas, objetos escondidos y salvapantallas en las computadoras de las oficinas. Respondía a una obsesión personal del artista con la imagen publicitaria de la línea aérea y un vuelo que realizó en la misma pasando por el Polo Norte hacia Alemania, la perfección. Con admiración y cansancio, con jet-lag, el artista documenta la experiencia del idóneo confort alemán. En la obra de Molina-Pantin las marcas y espacios corporativos, globalizados, de algún modo representan lo que los venezolanos pensamos sobre ellos. En el catálogo hay dos importantes textos de Coco Fusco y Luis Pérez Oramas, que destacan el sentido del viaje y de la modernidad para los latinoamericanos y venezolanos en particular. Coco Fusco escribió: “La decisión de Molina-Pantin de operar dentro del discurso postmoderno de apropiación le permite hacer comentarios incisivos acerca de los íconos de cultura popular vistos como íconos de las imágenes espejos a través de las cuales nos vemos representados a nosotros mismos”. El lujo aparece en la serie El apartamento de Osmel Sousa, Presidente de la Organización Miss Venezuela, 2000. Se trata ahora de un espacio íntimo, pero de un hombre cuyo gusto es muy influyente en Latinoamérica por su especial creación de la estética de las misses: es una suerte de doctor Moreau que fabrica clones de estatura, peso y facciones ideales. En el coto privado del “empresario de la belleza venezolana”, como suele llamársele, destacan los espejos y telas de diseños elaborados en espacios abigarrados. Es una intromisión en la privacidad de un ídolo popular y esta revelación comenta su importancia y efectos como tales. Paralelamente a la actividad artística, Luis Molina-Pantin ejerce la afición y el oficio de coleccionista e investigador de libros y documentos raros. Así conoce el poder de las imágenes de diferentes épocas y presenta los cambios simbólicos en series de obras conceptuales realizadas con documentos como las Postales apocalípticas,1996. Son reproducciones de postales turísticas, de producción masiva, con paisajes y monumentos icónicos bajo luces dramáticas que los hacen parecer visiones del fin de los tiempos y en las que las imágenes de Luis Molina-Pantin hablan sobre la ilusión de crear o transitar hacia un lugar mejor, donde se alojen el placer y la felicidad. Es arte conceptual con apariencia de documento visual y una reflexión sobre el ser humano a través de sus objetos y construcciones. vanidades en la conflictiva Caracas de 2007. Desde mediados del siglo pasado, los políticos y la clase alta venezolana temperan en el enclave alpino, por lo que para una parte del público eran imágenes de añoranza. Los demás conocemos St. Moritz como una postal; el paisaje invernal es motivo de afiches decorativos en las zonas más calientes del país. La alta montaña es idónea para los encuadres del artista, quien evita el formato apaisado y trabaja los paisajes verticales. Luis Molina-Pantin alterna entre una visión crítica de las escenografías y la representación de la belleza del paisaje natural, al estilo de Ansel Adams (quien fundó el departamento de fotografía del instituto donde estudió). Tomas directas, sin intervenciones tecnológicas ni ángulos forzados, muestran los elementos de la estética pintoresca: la nieve, los pinos, las construcciones tipo chalet, las tiendas de las grandes marcas. Sin embargo, la ciudad parece un ambiente artificial, un lugar temporal, de paso, como un aeropuerto. La naturaleza desafía el entarimado: un inocente paisaje como de almanaque, reconocemos una extraña idea de lo sublime. El atardecer ilumina la ciudad de San Francisco, la plaza San Marcos o el Mont-Saint-Michel con la marea en ascenso, y parecen tocados por la divinidad. Una torre de petróleo en llamas ocupa el lugar de un arbusto en estas teofanías contemporáneas. Luis Molina Pantin destaca el carácter romántico de los objetos, lo que tienen de contemplación y placer. Trabaja con readymades y sobre los géneros convencionales como el paisaje en los Nuevos Paisajes y St. Moritz, 2006; la naturaleza muerta en Inmobilia y las Galerías de Chelsea, 2001-2006 (versión contemporánea del gabinete del anticuario); y los retratos en los billetes y las portadas de libros de escolares de Best Sellers, 2001-2004. El paisaje idílico es una imagen encontrada, impresa en una lata de spray o una caja de fósforos, de la serie Nuevos paisajes, 1999-2000. El gran formato hace que explote la carga simbólica de los objetos pequeños, y así valoramos los retratos que aparecen en los billetes que constituyen la serie Líderes del siglo XX (Billetes fuera de circulación), 2001-2004. Los billetes son huellas del poder efímero; hubo tiempos mejores tanto para los retratados como para el papel. Los objetos e impresos y las construcciones desiertas descubren el pensamiento de sus creadores y usuarios. Podemos unir nuestra mirada a la antropológica del artista y e intentar comprender el individuo o grupo que se expresa. En dos series recientes, expuestas en el año 2007, Luis Molina- Pantin presenta extraños espacios ceremoniales de la misma cultura. Las ceremonias

La ciudad de St. Moritz es el refugio de la vanidad europea. Tiene todos los elementos para el escape y bienestar: neutralidad política, paisaje idílico para la contemplación y el deporte, así como discreción fiscal. Es el lugar de encuentro de la clase alta internacional y una imagen corporativa del lujo, al punto que el nombre es una marca registrada. Es un modelo. La exposición St. Moritz, en la galería Fernado Zubillaga, fue un refugio para Hermes, de la serie St. Moritz, 2006. Impresión cromógena. 90 x 75 cm. (35 2/5 x 29 ½ pulgadas). Cortesía: Galería Fernando Zubillaga, Caracas. Paisaje nevado, de la serie St. Moritz, 2006. Impresión cromógena. 90 x 75 cm. (35 2/5 x 29 ½ pulgadas). Cortesía: Galería Fernando Zubillaga, Caracas. de pinos perfectos bajo la nieve, hace olvidar las pretensiones mundanas. El lujo se aloja en una estética pintoresca tanto como en una suntuosa y móvil. Los cruceros son el tema de la siguiente serie, Royal Caribbean Cruise Line, 2006-2007, expuesta en CIFO Grants Program Exhibition, en Miami, la capital del crucero. Los modernos cruceros desafían las limitaciones de la flotación y el traslado para crear grandes espacios interiores profusamente iluminados y lujosamente decorados. Este mundo contenido, de coordenadas variables, es un espacio para la convivencia de personas de diferentes culturas que siguen los protocolos de tomar el sol alrededor de una pequeña piscina, jugar en el casino y bañarse en un gran jacuzzi comunal. A diferencia de St. Moritz, la estética no está definida, todos los estilos caben. El artista presenta vistas interiores y maquetas de los barcos, los paisajes que pueden verse desde la cubierta, como un atardecer; o desde la playa, como el enorme barco entrando en una pequeña bahía. Tanto la estación de esquí como el crucero son lugares de estadía temporal y, bajo diferentes estéticas, sirven de escenografías para la ceremonia vacacional, una necesidad de la vida contemporánea entre cuyos ritos está el renacer del espíritu romántico de contemplación de la Naturaleza desde la mayor comodidad. La decoración híbrida, la narcoestética y los juguetes Estudio informal de la arquitectura híbrida, Vol. 1. La narcoarquitectura y sus contribuciones a la comunidad Cali-Bogotá, Colombia, 2004-2005, se presentó en la Sala Mendoza de Caracas entre 2007 y 2008. La muestra abría con grandes imágenes del parque Jaime Duque, en los alrededores de Bogotá, que reúne los estilos arquitectónicos y decorativos del mundo, para dar a conocer otras culturas a su comunidad. El creador del parque, un capitán de aviación civil, dio rienda suelta a la fantasía y destacan entre las atracciones una versión del Taj Majal e interpretaciones de las siete maravillas del mundo antiguo. Conviven alrededor de sus fuentes el Coloso de Rodas y leones alados mesopotámicos y pegasos. En el contexto de la exposición, el curioso parque parece la fuente generadora de las combinación de estilos que se dan en la arquitectura híbrida colombiana. La hibridación se da en la decoración de las fachadas de viviendas particulares y en un concesionario de autos con un templete griego en el techo en Cali, así como en un castillo inglés en Bogotá. Pudiera hablarse de postmodernidad si hubiese un programa. El artista recoge una estética que se está gestando y que es la expresión de una clase emergente. En palabras de la curadora Ruth Auerbach, “Alejadas de la pureza formal de los estilos originales estas edificaciones y “monumentos” erigidos entre los años 80 y 90 representan una variación edilicia adulterada —nacida bajo la égida de la década dorada del narcotráfico en Colombia— que desacredita la tradición de su arquitectura y cautivó seguidores atraídos por el símbolo de un nuevo poder social”. El edificio de oficinas de los hermanos Rodríguez Orejuela, jefes del desaparecido cartel de Cali, en ladrillo y sin ornamentos, destaca en un paisaje semirrural por su altura y porque no tiene nada que ver con el entorno, no tiene tradición ni apunta hacia el futuro. Otro signo del poder del cartel y su presencia en la comunidad es la fachada de una sucursal de Drogas La Rebaja, franquicia que, explica el artista, “fue símbolo del lavado de dinero en el país”. Este símbolo se reconoce también en construcciones fantasmas, casas y edificios de ornamentación híbrida, inhabitados por falta de seguridad o porque sufrieron daños en el temblor de tierra de diciembre de 2004, debido a la mala calidad de la construcción. Ostentosas viviendas de la clase media, con fachadas de mármoles y
vidrios reflectantes que contrastan con sus paredes laterales en obra cruda, se diferencian de las de clase alta en que estas últimas ocupan cuadras completas y tienen todos sus flancos cubiertos. Todas las imágenes tienen una intención y una leyenda. Las fotos clandestinas de la casa de José Santacruz, cofundador del cartel de Cali, a imitación de un exclusivo club que no lo admitió entre sus miembros, están acompañadas de imágenes del “Club Colombia” original. La narcoestética es un concepto en proceso de definición. Es la reunión del lujo y la seguridad, del boato y el ocultamiento, bajo estilos decorativos contrastantes. El artista toma el riesgo de hacer el registro arquitectónico de un cartel desarticulado y lo presenta como un estudio, de manera tan convincente que nos hace preguntarnos sobre los pastiches decorativos de edificaciones en otras partes. La velocidad con que surgen y se deterioran estas construcciones es tan vertiginosa como la de las fortunas que las financiaron. Luis Molina-Pantin toma el rol del paparazzo cuando fotografía los juguetes de niños grandes como barcos y aviones de manera clandestina, sin permiso del propietario o las autoridades. Una parte de la exposición está dedicada al registro informal de los jets y avionetas del desaparecido Aeroclub Caracas (funcionó hasta el año 2004). Pocas cosas más lujosas que un hangar funcional y minimalista en el centro de una gran capital. No hace falta más decoración que el juguete. Las imágenes de Luis Molina-Pantin hablan sobre la ilusión de crear o transitar hacia un lugar mejor, donde se alojen el placer y la felicidad. Es arte conceptual con apariencia de documento visual y una reflexión sobre el ser humano a través de sus objetos y construcciones. Una imagen de Inmobilia aparece en el libro Esferas III, del filósofo alemán Peter Sloterdijk. Tiene sentido esta obra para ilustrar un pensamiento que sustituye la pregunta fundamental de la filosofía de “quiénes somos” a “dónde estamos”, y el problema del tiempo por el del espacio.