Julieta González
Coleccionar fotografías es coleccionar el mundo… las fotos son realmente la experiencia capturada, y la
cámara es el brazo ideal de la conciencia en su modalidad adquisitiva.
Susan Sontag, Sobre Fotografía
Los inventarios parecen tener un lugar significativo en la obra de Luis Molina-Pantin, cuya obra se nos presenta como una suerte de atlas que recoge desde postales, fotografías de aviones, sets para telenovelas, objetos cotidianos, libros, arquitecturas bizarras y cotidianas, entre otros. Su obra denota un interés por la “construcción” de géneros como el paisaje y la naturaleza muerta, pero también por ideas vinculadas a la arqueología, al archivo y al coleccionismo.
El trabajo de Luis Molina-Pantin no es solamente fotográfico, y apunta, a través de los diversos tópicos que examina, hacia significados que se encuentran fuera de las imágenes representadas, articulando a partir de las mismas una reflexión sobre temas tan diversos como la fotografía y la tradición del arte moderno en Venezuela, entre otros. La presentación en series de sus trabajos le da fuerza a este tipo de operación “alegórica”, pues es en el grupo o en la “colección” de estas imágenes, que se consolida el sentido ulterior de las mismas.
Podríamos encontrar en su trabajo distintas vertientes: una, que se vincula de manera íntima con ciertos aspectos de la realidad local de Venezuela, que podemos apreciar en series como Inmobilia (1997), Best-Sellers (2001-2004) o El Apartamento de Osmel Sousa, Presidente de la Organización Miss Venezuela (2000); y otra, relacionada más bien con un cuestionamiento de la representación, que aunque de carácter más universal, evidencia un interés del artista por la mirada etnográfica, a la vez que implica una lectura acerca de las tradiciones encontradas del paisaje y de la abstracción geométrica en el arte venezolano, en series como Nuevos Paisajes (1999-2000), Confort 1996-2000 (2000), Galerías de Chelsea (2001-2006) y Estudio informal sobre la arquitectura mestiza vol. 1- La narco- arquitectura y sus atributos a la comunidad, Cali-Bogotá, Colombia (2004-2005).
En su serie Inmobilia, Molina-Pantin nos presenta un inventario de sets de telenovelas, articulando un comentario sobre las construcciones simbólicas de medios como el cine o la televisión, y en particular, el género de la telenovela que se ha convertido en sello de exportación y reflejo de la “cultura” del país, junto con las “misses”, la “revolución bolivariana”, la violencia y la miseria. Si bien está claro que estos “interiores” no pertenecen a construcciones reales, sino que son escenarios televisivos, hay una alusión a los estereotipos de la arquitectura de las distintas clases sociales en tensión en la Venezuela de hoy. Por otro lado al evidenciarse que son escenarios de telenovelas, aluden al aparato ideológico y mediático que produce estos discursos. Coco Fusco, en un ensayo sobre el trabajo de Molina-Pantin2 compara esta serie con trabajos como Shapolsky et al, Manhattan Real Estate Holdings, A Real Time Social System as of May 1, 1971, de Hans Haacke al establecer un paralelo entre la crítica institucional llevada a cabo por Haacke y la crítica del “control de la imaginación colectiva por parte de un conglomerado corporativo (en este caso Venevisión, que pertenece al grupo Cisneros) a través del despliegue metafórico de la propiedad inmobiliaria”. En un tono similar, aunque ya no es un set televisivo sino una vivienda real, el trío de fotografías de la casa de Osmel Sousa en Caracas confunde al espectador, pues en este caso la parodia y el artificio se han convertido en realidad, reflejando de nuevo cierto aspecto intrínseco de la “cultura” del venezolano y su culto por la ostentación, el artificio y lo superficial, que lejos de desaparecer Bedroom, from en estos “tiempos de revolución”, ahora toma dimensiones más exageradas y paródicas aún.
El cuestionamiento de la representación y el juego “borgesiano” con las distintas “versiones de la realidad”, son los aspectos más resaltantes de la serie Nuevos Paisajes, la cual muestra un inventario de objetos cotidianos decorados con paisajes. Es importante resaltar que las condiciones ideales para ver esta serie de fotografías no son las del formato de una publicación sino el espacio de un museo o galería, pues la escala de las fotos, exagerada, donde el objeto adquiere una dimensión monumental que no le corresponde, prácticamente hace que éste desaparezca en la percepción del espectador, quedando como imagen principal el paisaje contenido dentro del objeto en primer plano.
Series como Confort 1996-2000 y Galerías de Chelsea reflejan la fascinación del artista por una modernidad austera, bien diseñada, eficaz, y corporativa, muy distinta al modernismo tropical de América Latina, asidero de fantasías de “orden y progreso” devenidas más bien en “desorden y regreso”. Es indudable el carácter etnográfico de la serie Confort 1996-2000 –que consta de fotografías vinculadas a la línea aérea alemana Lufthansa (durante años, el artista, quien es un ávido coleccionista, recolectó todo tipo de parafernalia de esta aerolínea; folletos, cobijas, bolsos, estuches, avisos publicitarios, etc., que exhibió junto a las fotos, video y objetos en la exposición homónima). Podríamos percibirla como un viaje de Humboldt a la inversa. Molina-Pantin, sin embargo, viaja hacia una modernidad aséptica y fría, a un mundo donde “el tiempo es dinero” y el confort se paga. El mundo de las Galerías de Chelsea no está muy distante del mundo de Confort 1996-2000; las líneas austeras, la serialidad y repetición de los estantes y los archivos de estas galerías, algunas de ellas entre las más poderosas en el mundo del arte, parecen hablar de la ética del trabajo puritana del norteamericano que resultó en una modernidad muy distinta a la nuestra. Su serie más reciente, titulada Estudio informal sobre la arquitectura mestiza vol. 1- La narco-arquitectura y sus atributos a la comunidad, Cali-Bogotá, Colombia, participa también de ese carácter etnográfico, pero esta vez el viaje no es hacia la modernidad europea o norteamericana, sino de nuevo a una realidad más afín a la nuestra. Algunas fotos de esta serie han sido realizadas en un bizarro parque de atracciones (Parque Jaime Duque, cerca de Bogotá) que se erige en una versión reducida y un tanto esquizofrénica de la historia del “mundo civilizado”, y contiene atracciones que van desde un brontosauro gigante pasando por una réplica en escala 1:1 del Taj Mahal (sólo en escala, no en factura), hasta un diorama acuático de la Divina Comedia de Dante y un museo del “vestido” que incluye una colección de Barbies en trajes típicos colombianos. Es quizás en esta serie –en la que los “monumentos” de cartón piedra, lúgubres bajo la grisalla del cielo bogotano, nos revelan el pathos de nuestra actual realidad social, económica, política e histórica- donde podemos asir la verdadera naturaleza de las alegorías de Molina Pantin.
*Venezolana, curadora y crítico de arte independiente.
1 Traducción de la autora.
2 Modernity Deferred: The work of Luis Molina-Pantin en catálogo Confort 1996-2000 Luis Molina-Pantin, Museo Alejandro Otero, Caracas, 2000.